La verdad que no te dijeron sobre tu salud- parte 2
UNA DE LAS PRÁCTICAS QUE CREES ES FUNCIONAL PARA TU SALUD ES LA QUE TE ESTÁ HACIENDO DAÑO
Escrito por: Felipe Millán
Como vimos en la parte 1 de este artículo, nuestro cuerpo puede ser comparado con un edificio, lleno de prestigiosas y costosas pinturas y esculturas, el cual, si no es cuidado de manera recurrente, se va rápidamente a estropear. ¿Qué podemos hacer para que no se estropee?, la respuesta es sencilla: ¡dejando que los operarios del edificio hagan lo que les corresponde! Esto en nuestro cuerpo lo podemos alcanzar a través de una amiga llamada insulina.
LA CIENCIA DETRÁS DE ESTO
En 1921, los doctores Charles Best, Frederick Grant Banting, James Collip, y J.J.R. Macleod de la Universidad de Toronto, Canadá, descubrieron la insulina. Tan importante fue, que el Doctor Banting recibió el Premio Nobel de Medicina por descubrir esta hormona. Dentro de sus estudios, se dio cuenta que la insulina es una hormona de almacenamiento de energía secretada por el páncreas. Cada vez que ingerimos algún alimento (sólido o líquido), dicho órgano produce y secreta insulina hacia la sangre, donde allí esta hace su labor y permite que las células de nuestro cuerpo absorban la energía ahora en forma de glucosa o lípidos (grasas).
Este proceso se realiza no sólo para absorber energía, sino para regular el azúcar y las grasas presentes en la sangre. Y es aquí donde comienza la batalla interna en nuestro cuerpo: entre más alimentos ingerimos de manera recurrente -cada dos horas, por ejemplo- nuestro páncreas envía más y más insulina hacia la sangre y, eventualmente, menos respuesta tiene nuestro cuerpo a la insulina.
¿Y POR QUÉ ESTO ES IMPORTANTE?
Dejemos descansar por un momento a los operarios del edificio y traigamos a la conversación a dos personajes: al “señor de los envíos” y a la recepcionista de una de las bodegas del edificio. Cada vez que llega el “señor de los envíos” a la bodega, la recepcionista abre la puerta, recibe la correspondencia, la organiza y la lleva a donde sea necesaria dentro de tal bodega.
Un día, de repente, comenzaron a llegar de manera seguida, paquetes y cartas, así que la recepcionista abría y cerraba la puerta constantemente, ordenaba y enviaba todos los paquetes y cartas rápidamente a donde era debido, era mucho trabajo para una sola persona. Al día siguiente, sucedió lo mismo e incluso ¡llegó más correspondencia! La recepcionista no lo podía creer. Abría y cerraba la puerta, subía y bajaba escaleras, entregaba paquetes y cartas de aquí para allá y de allá para acá; una completa locura. Y sin esperarse, se llegó el siguiente día y fue aún más abrumador, tanto que ya no era un solo “señor de los envíos”, sino dos. Los días pasaron y más correspondencia llegaba, hasta que un día la recepcionista dejó de abrir la puerta y recibir paquetes y cartas.
A pesar de que llegaba correspondencia de manera próspera, la recepcionista no abría la puerta. Si fue así, entonces: ¿qué hicieron los “señores del envío” ?, dejaron todos los envíos fuera de la bodega y estos se fueron acumulando con el tiempo, tanto que toda la calle se veía repleta de todo tipo de envíos que iban para la bodega, un desastre sin duda.
Te tengo una noticia, nuestra recepcionista se llama insulina, los paquetes y cartas se llaman alimentos, y la bodega se llama célula. La insulina es esa “recepcionista” en nuestro cuerpo que nos permite abrir la “puerta” de nuestra célula (y la de millones más) para que los alimentos entren y sean absorbidos y aprovechados en forma de energía. Cuando la insulina no hace su trabajo de manera apropiada debido a tanta carga, es a lo que médicamente se le llama: insulino resistencia. Esta es una condición en el cuerpo donde dejamos de regular de manera correcta el azúcar en la sangre dado que nuestro sistema deja de responder fácilmente a la insulina secretada -es resistente-. Es en este punto donde la diabetes entra a nuestra vida.
Así mismo, al igual que el azúcar, las grasas dejan de ser reguladas en la sangre correctamente. ¿Recuerdas todos los paquetes y cartas acumuladas afuera de la bodega y en la calle? Eso mismo sucede en nuestro cuerpo, los alimentos que no absorbemos se comienzan a acumular en nuestras arterias y depósitos de grasa a los que nos gusta llamarlos “gorditos”.
LO SOLUCIÓN PARA ESTE DESASTRE
La solución es una de las prácticas milenarias aplicada por grandes figuras como Jesús y Buda: el ayuno intermitente. Incluso, en la antigua Grecia, grandes filósofos, pensadores y médicos experimentaron y promovieron esta práctica y sus efectos terapéuticos. Sócrates, Hipócrates, Platón, Galeno, Aristóteles, entre otros, halagaron los beneficios del ayuno. Tanto que Pitágoras les exigía a sus estudiantes que ayunasen antes de entrar a sus clases. Sin duda alguna, esta es una de las prácticas más recomendadas de manera personal y la cual profundizaremos en otros artículos.
Uno debería: o ser una obra de arte o llevar una consigo. OSCAR WILDE
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